Ay, al revuelo de tu falda
qué fresquito es el verano,
dame tu boca de limonada
y cura mis labios que están quemados.
Ay, qué me importa a mi el levante
si nos vamos por la orilla,
yo vivo el sueño del navegante,
y sueño que te llevo la sombrilla.
Y a la magia de las velas
no hay estrella que te iguale,
cuando la sangre se desordena
atrapa mi corazón que se sale.
Y en la cumbres de tu cuerpo
se enreda toda la luna,
y más allá ya todo es incierto,
bendita verdad si te desnudas.
Ay, toito Cai lo traigo andao,
desde El Puerto hasta Zahara,
tengo la fiebre del alunao,
sería el delirio si me besaras.
Ay, toito Cai y lo que queda
me lo traigo cavilao,
que ya no hay brisa sin tu melena,
qué rica la sombra que hay a tu lao,
qué rica la sombra que hay a tu lao.
Pero tienes la costumbre
de poner agua por medio,
¿dónde esté el faro que a ti te alumbre
y donde la isla de tu misterio?
Y de repente ya te has ido,
más allá del rompeolas,
sola en la tierra y en la mar sola,
no sé si te tengo o si te he perdido.
Ay, toito Cai lo traigo andao
desde El Puerto hasta Azahara,
tengo la fiebre del alunao,
sería el delirio si me besaras.
Ay, toito Cai y lo que quea
me lo traigo cavilao,
que ya no hay brisa sin tu melena,
qué rica la sombra que hay a tu lao,
qué rica la sombra que hay a tu lao.
Qué rica la sombra que hay a tu lao,
qué rica la sombra que hay a tu lao.
Javier Ruibal
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