Fuego, la alumbra el fuego
que bajo el papel de plata
va calentando el veneno
que sin freno
y sin perdón la mata.
y sin perdón la mata.
Fuego, la alumbra el fuego,
sus ojos, vidrios rotos,
esos ojos que de niño
solamente con un guiño
mi corazón volvían loco.
Sentada en su escalón
en su oscuro rincón,
quién sabe en qué planeta,
va de galaxia en galaxia
sin distancias ni maletas,
sin distancias ni maletas.
Y aunque su madre rezara
por que a su niña se le acabara
la maldición que la consumía,
ni un santo bajó del Cielo
después de escuchar sus ruegos
para aliviar su agonía.
Pero yo sé por mí mismo
que cualquiera en mi barrio
pudo haberse caído a aquel abismo.
Mil veces quiso salir
de aquella vida infeliz
pero su fuerza se agotó con cada intento.
Y ahora cuando paso por la calle
si me ve vuelve a guiñarme
y grita desde la esquina,
y grita desde la esquina:
¡ole los niños bonitos!,
¡ay, quién pudiera volver atrás
y vivir la vida, vivir la vida!
Jesús Bienvenido Saucedo / Andrés Ramírez Rodríguez - Comparsa "Los Santos" (2010)
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