Chirigota "Blancanieves y los Siete Enanitos" (1997) - Popurrit




En un país había un pequeño reino,
y en el reino había un castillo,
en el castillo había una reina malvada,
la menopausia la tenía trastornada.
Érase un reino de lo más normal y corriente,
hasta la luz era de dos veinte,
vivíamos todos felices y contentos
sin hacer nada pues vivíamos del cuento.
Y la reina a su espejo preguntaba
si del reino ella era la más guapa,
hasta que un día el espejo se reveló
y mosqueado a la reina contestó:
"Mira, mi reina, no me lo preguntes más;
mira, mi reina, no me lo preguntes más,
que ya me tienes frito
y es que con esa cara
parece que te quedan, chochi
los zapatos chicos."
"Oye, espejito, no me contestes así;
oye, espejito, no me contestes así".
"La mas bella es Blancanieves",
le replicó el espejo,
"tú tienes más mala cara
que un cuarto baño sin azulejos".
Al escuchar aquello la reina mosqueada
mandó que la mataran.
La pobre Blancanieves de la reina malvada
huyó desconsolada.
En un gran bosque se adentró
y un conejito se encontró,
ella lo acariciaba,
cuartelillo le daba
porque a la media hora lo hizo con arroz.
Pocahontas,
que pasó en un vespino
al verla en el camino
le dijo: "te montas",
y al momento
la dejó en nuestra casa
y se fue pa su cuento.
Cuando llegó a nuestra casa
y la vio desordenada,
toda sucia y la vajilla sin fregar,
se preparó, se remangó
se cogió un moño,
se puso sus babuchitas
y se colgó su delantal.
Cogió la escoba, el cubito, la fregona
dos balletas y un plumero
para ponerse a limpiar,
y le ayudaron las tortugas,
las ardillas, las mofetas,
los conejos y los pajarillos,
y en un momento dejaron toda la casa
escamondá con Míster Proper,
que ahora se llama Don Limpio.
Harta de currar
terminó estrozá,
juntó to las camitas
y pegó un cabezazo
contra la almohá.
Cuando llegamos de la mina
estaba en el séptimo sueño,
tan bella y tan bonita
pero roncaba pa to sus muertos.
A la hora de la cena
Blancanieves ya nos tiene preparaos
el puchero con su apio,
con su puerro,
sus garbanzos, sus papitas y su pringá.
Por supuesto,
nos lavamos las manitas,
nos sentamos en la mesa,
y luego arañamos el plato
con el miajón y la corteza,
y de postre nos da un beso...
y pa la cama nos vamos tos
con el gorro tieso.
Cuando dan las seis de la mañana
todos nos solemos levantar,
nos tomamos un Colacaito
y a la mina nos vamos a currar.
Tenemos las manos llena callos
porque nos jartamos de picar,
y es que ya de tanto pico y pala
estamos todos hasta el mismo tralará
(hasta el carajo).
Trabajamos en la mina con tesón
arrancando del carbón
la esmeralda, el diamante y el rubí,
el oro, la plata y la piera de hachís.
Verá que sí, que de la mina sacamos también
mármoles Macael,
el zafiro, la gema y el cuarzo,
el brillante y el topacio
y piedra pómez pa los pies.
Y mientras en el reino todo era tranquilo,
la reina en una bruja se convirtió,
abajo en el sótano de su castillo
con una poción encantaba un membrillo.
Los animalitos fueron a avisarnos
de que algo terrible pronto iba a pasar,
la bruja a nuestra casa había llegado
y a Blancanieves el membrillo le ha dado.
Soltamos corriendo los picos y las palas,
cogimos dos taxis y nos fuimos pa allá,
y cuando por fin llegamos a nuestra casa
abrimos la puerta y vimos el panorama:
Tendida en el suelo estaba Blancanieves
y cuando la vimos empezamos a llorar,
nuestra princesita duerme para siempre,
ya no es Blancanieves es la Bella Durmiente.
La bruja era muy astuta,
hija... hija...hija... de la gran China.
Y mientras Blancanieves cayó en un profundo sueño
a nuestra casa se dirigía el príncipe azul corriendo,
con to la cara una alcayata y un polvorón tremendo,
pa bajarse del caballo tuvimos hasta que parar el cuento.
"¿Qué ha pasado?", preguntó desesperado.
Y el carajote este, todavía no se ha enterao:
"que la reina ha envenenao un membrillo, chiquillo,
Blancanieves ha hecho campota, y la carajota se lo ha comido".
Preguntó el príncipe azul:
"¿Y ahora qué hacemos?, ¿tenéis sal de fruta Eno?"
¿Eh?... ¡no!
Fuimos a comprarlo a la farmacia de guardia
de la calle Zorrilla,
y no había sal de fruta, pero había unas cañaíllas.
Volvimos al poco rato con un poco de bicarbonato
para ver si reaccionaba y se pegaba un par de flatos.
Le pegó un par de cachetazos para ver si revivía,
hasta que nosotros lo dijimos:
"Quillo, quillo, quillo quillo,
que esto no es comisaría".
Nosotros temíamos porque nos lo veíamos venir,
que esta gachí no se despertaba y se acababa el popurrí.
"Dale un besito, picha, dale un besito,
pa que se despierte y seáis felices,
que estoy loco por tu mare
por meterle mano a las perdices".
El príncipe la besó...
y Blancanieves de despertó.
Ay, cuanto se arrepintió de darle aquel beso
desde entonces vive en un partidito
bregando con siete niños y hecho un peazo sieso.
En vez de comer perdices se hartó de comer lentejas
Moraleja: si quieres las comes y si no las dejas,
si quieres las comes y si no las dejas,
si quieres las comes y si no las dejas.
Aquí se termina el cuento,
nos tenemos que marchar,
rogando que nos disculpen
si llegamos a molestar,
las páginas de este libro
muy pronto se acabarán
porque estos siete enanitos
Y con ahijó les digo adiós,
se cierra el cuento
esperando abrirlo en otra ocasión.
El Alérgico, el Gruñón,
el Feliz, el Dormilón,
el Mudo, el Sabio,
el Enamorao le dicen adiós,
se cierra el cuento
esperando abrirlo en otra ocasión.

Francisco Javier Márquez Mateos / David Márquez Mateos - Chirigota "Blancanieves y los Siete Enanitos" (1997)

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