Se cuenta que ya en tiempos de Tiberio
en Gades hubo un equipo puntero
que todos los domingos del imperio
juntaba en el estadio
a los romanos futboleros.
Y al moro le dio ganas de vivir
durante el Califato Independiente
aquella Balompédica Gadir
más famosa que el hachís
y que los Reyes de Oriente.
A lo que yo me vengo a referir
es que mi equipo es algo extraordinario,
ni cien, ni mil quinientos, ni dos mil,
el Cádiz puede presumir
de ser un club trimilenario.
Azul como el agüita es mi color
y amarillo como el Sol
que se pone en la Caleta,
sentir el Cádiz no es una afición,
es mucho más que una pasión
o el delirio de un poeta.
Y no me importa si no es campeón
ni lleva siempre el balón,
pero lo mueve con gracia.
Benditos los colores de mi club
en donde Mágico es un dios
y el Fondo Sur la aristocracia.
Benditos los colores de mi club
en donde Mágico es un dios
y el Fondo Sur la aristocracia.
Dirá la prensa del quinto milenio:
por fin ya se acabo nuestra desgracia,
con este equipo nuevo y de diseño
dejará de ser un sueño
la liga de las galaxias.
Si el Júpiter cumpliera con el rito
ganándole al Plutón por goleada
y en el Carranza llueven meteoritos
y arrancamos un puntito
ya la liga está ganada.
A lo que yo me vengo a referir
es que mi equipo es algo extraordinario,
ni cien, ni mil quinientos, ni dos mil,
el Cádiz puede presumir
de pedigrí interplanetario.
Azul como el agüita es mi color
y amarillo como el Sol
que se pone en la Caleta,
sentir el Cádiz no es una afición,
es mucho más que una pasión
o el delirio de un poeta.
Y no me importa si no es campeón
ni lleva siempre el balón,
pero lo mueve con gracia.
Benditos los colores de mi club
en donde Mágico es un dios
y el Fondo Sur la aristocracia.
Benditos los colores de mi club
en donde Mágico es un dios
y el Fondo Sur la aristocracia.
Javier Ruibal
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