Para curar a España de sus dolencias
no hay más que lo siguiente
y esto hay que hacerlo con gran urgencia.
El remedio es tan sano
como infalible,
allá va la receta
por si es que sirve.
Se hace una caldera
de siete mil metros
y a todo el que viva de la política
se echa dentro.
Cuando la caldera
bien repleta esté
se le arrima leña
y se deja ardiendo por todo un mes.
Hay que tener cuidado de persuadirse
que nadie de la olla pueda salirse,
porque los hay tan pillos y tan granujas
que se van del caldero
aunque sea el agujero
como el ojo una aguja.
Cuando ya están hechos en manteca
se le sacan los chicharrones
y con esa pringue política
se le da a España catorce unciones.
A los treinta o cuarenta días
se ha de ver con seguridad
que la noble patria española
ya se curó de su enfermedad
y los españoles viven
con toda tranquilidad.
Sevilla de mi alma,
cuánto te quiero,
eres la población
más hechicera del mundo entero.
Es tan bella la patria
del gran Murillo
que el Sol cuando la mira
pierde su brillo.
Ole por Sevilla,
tierra incomparable,
y hoy vengo a decirte
lo que en la vida
te ha dicho nadie.
Es prueba de afecto
y sinceridad
de unos gaditanos
enamorados
de esta ciudad.
Cuando Dios vino al mundo
aún no existía
la bellísima perla
de Andalucía,
y por esa tan sola
razón sencilla
se quedó allá en Belén
y no pudo nacer
en la misma Sevilla.
Si esta tierra
hubiera existido
por su encanto y su belleza
le aseguro a los sevillanos
que aquí viene Dios de cabeza,
pero en cambio vino Murillo
a copiar de las sevillanas
esas Vírgenes seductoras,
tan hechiceras y tan galanas,
y así resultó que un hombre
le enmendó a Cristo la plana.
Sevilla de mi alma,
cuánto te quiero,
eres la población
más hechicera del mundo entero.
Es tan bella la patria
del gran Murillo
que el Sol cuando la mira
pierde su brillo.
Ole por Sevilla,
tierra incomparable,
y hoy vengo a decirte
lo que en la vida
te ha dicho nadie.
Es prueba de afecto
y sinceridad
de unos gaditanos
enamorados
de esta ciudad.
Cuando Dios vino al mundo
aún no existía
la bellísima perla
de Andalucía,
y por esa tan sola
razón sencilla
se quedó allá en Belén
y no pudo nacer
en la misma Sevilla.
Si esta tierra
hubiera existido
por su encanto y su belleza
le aseguro a los sevillanos
que aquí viene Dios de cabeza,
pero en cambio vino Murillo
a copiar de las sevillanas
esas Vírgenes seductoras,
tan hechiceras y tan galanas,
y así resultó que un hombre
le enmendó a Cristo la plana.
Antonio Rodríguez Martínez - Coro "Los Médicos Modernistas" (1902)
¡MUY BUENO, MUY BUENO, MUYB+BUENO¡
ResponderEliminar!!!FUERA LOS ñOQUIS ESPAÑOLES, TANTOS LOS DE PP, COMO LOS DEL PSOE¡¡¡¡¡
!!!FUERA LOS ÑOQUIS ESPAÑOLES,TANTO LOS DEL PP COMO LOS DEL PSOE¡¡¡ !!!NO A LOS SINDICALISTAS LIBERADOS, LOS PARTIDOS QUE COBREN A SUS AFILIADOS Y LOS POLÍTICOS QUE SOLO ESTEN BIEN REMUNERADOS, NO ECONÓMICAMENTE ENDIOSADOS
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