Desde el fondo de un presidio
triste clamor se levanta
porque ha muerto en el olvido
el brigadier Villacampa.
El que en Madrid tremoló
republicana bandera,
por ella sacrificó
su vida y su hacienda entera.
Hija del alma querida,
decía en su dolor profundo,
ya llegó el fin de la vida,
te quedas sola en el mundo.
No ha servido ya de nada
que tú pidieras perdón,
ni aún mi sangre derramada,
pues muero en esta prisión.
Coro "Club de Regatas" (1889)
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