Cuando arrancó el primer grito
la comadrona le dijo:
es un niño y es muy guapo,
y ya tenía en la cuna
su ropita blanca luna,
su babero y sus zapatos.
Pero cumplió nueve años
y el día de los Reyes Magos
la alegría se torció:
se abalanzó a una muñeca
y dejó la bicicleta
que su pare le compró.
Siempre ocultando sus gustos
por el que dirán,
que es preferible dos cuernos
a ser homosexual.
Por esas cosas que pasan un día se enteró
que estaba condenaíto a irse al cajón.
Desde niño tuvo que tragarse: fulanito es maricón,
o escuchar a su propia madre:
¡Dios mío, qué habré hecho yo!
Como tantos en el mundo
se tuvo que resignar
a sufrir cada segundo
encerrao en un hospital.
Hace un año que San Pedro
fue a su cuarto a visitarlo.
A él no lo mató el sida,
se murió el mismo día
que le cambiaron los pañales.
Antonio Martínez Ares - Comparsa "La Trinchera" (1996)
la comadrona le dijo:
es un niño y es muy guapo,
y ya tenía en la cuna
su ropita blanca luna,
su babero y sus zapatos.
Pero cumplió nueve años
y el día de los Reyes Magos
la alegría se torció:
se abalanzó a una muñeca
y dejó la bicicleta
que su pare le compró.
Siempre ocultando sus gustos
por el que dirán,
que es preferible dos cuernos
a ser homosexual.
Por esas cosas que pasan un día se enteró
que estaba condenaíto a irse al cajón.
Desde niño tuvo que tragarse: fulanito es maricón,
o escuchar a su propia madre:
¡Dios mío, qué habré hecho yo!
Como tantos en el mundo
se tuvo que resignar
a sufrir cada segundo
encerrao en un hospital.
Hace un año que San Pedro
fue a su cuarto a visitarlo.
A él no lo mató el sida,
se murió el mismo día
que le cambiaron los pañales.
Antonio Martínez Ares - Comparsa "La Trinchera" (1996)
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