Lola Flores - Tanguillos de la Guapa de Cai




Desde luego hay que ve
el escándalo tan grande que han formao.
Pero bueno, se puede sabé
por qué se ha formao
zafarrancho tan disparatao
sin venir a qué
y esta guerra mora
sin darme cuarté
desde el punto y hora
que puse los pié
en la capitá,
donde reina una gracia tan fina,
que hasta las gallinas
creo que ponen los huevos con sal;
yo es verdá que buscaba coquinas,
y fui pobre de nativitate,
y he vendío caballas, sardinas,
pimientos, tomates,
vendía quincalla,
tabaco, aguardiente,
y a las niñas que van a la playa
con sus pretendientes,
cuando estaban diciéndose versos
y cantándose el vals de las olas,
iba yo y me zampaba el almuerzo
de las cacerolas.
Sí, señores, la tromba marina,
quince años y un hambre canina,
figúrese usté.
Pero ahora me sobra el parné
y cambia la cosa,
y en El Puerto, Sanlúcar y Jeré
me llaman hermosa
y en Cádiz La Guapa,
y los hombres me tiran la capa
diciendo ¡bonita!,
y a Doña Lupita
no le dan ni café con zurrapa,
porque tiene la lengua mu floja,
porque está contra mí echando chispas,
porque sabe que donde la coja
me la siento en un nío de avispas.

¡Dale ahí, dale ahí, dale ahí!
¡hay que ver lo que dicen de ti!

Ya lo sé, como Pepa Jarama,
que me llama la Peste Amarilla,
la gachí que funguela mojama
por la rabaílla,
y me voy a acordar de la mama
que le dio la primera papilla.
Y Doña Belén,
mal tiro le den,
que asegura con tó sus reaño
que tengo un apaño
que vive en Bailén
como un ermitaño,
porque cumple en enero cien años
y lo trato mu requetebién
con el pensamiento
de llevármelo un día a Jaén
a hacer testamento
pa adueñarme de to lo que tiene
y a la vuelta en un cruce de trene
tirarlo a la vía.

¡Eso dice, eso dice la tía!

Y la de Zapata
que me pone defectos a mí,
con esa narí
que es una alcayata,
que cuando se suena
llena a Caí de polvo y arena;
y diciendo que si mi espetera,
que si mi vestío,
que el glasé de mis porta cadera
va a dá un estallío.

¡Que lo dio, que lo dio, que lo dio!
¡Cuanto más alboroto mejor!

Pues verán ustedes Doña Bibiana,
que está siempre asomá a la ventana
tomando café,
con los pelos igual que un erizo,
y a Paco el mestizo
le dijo anteayé
que yo tengo abultao el escote
del caparazón,
porque voy de algodón y pelote,
que mi cuerpo parece un colchón.
Ella sí, que de arriba y abajo
le salen colgajos
y unos redondeles,
que ya dicen que son de manteca,
y se mete los pisapapeles
de la biblioteca.
¡Y decí que yo llevo postizo!
Comprobadlo, tenéis mi permiso,
pasarme la mano,
vamo a vé si encontráis miraguano,
serrín o viruta;
que me toque una mano inocente:
mil pesetas al que me discuta
que to esto no es carne valiente,
y ahora mismo lo vamos a vé.

¡A la una, a las dos y a las tres!

Pues mirá qué ramito de flores
en paños menores,
es gloria de Cai,
y en tocanta relleno, nanái,
que aquí no hay engaño,
y a propios y extraño
le digo y no miento,
con permiso del ayuntamiento,
en qué tierras hay un maniquí,
ni en qué exposición
mirándome a mí,
no le gana este cuerpo el tirón
a Japón, a Londón y a Madrí,
que no llevo tolondros de goma,
que soy de biscuí,
y por guapa me tiran palomas
en Cadi y en Roma.
¡Arsa y toma, que toma, que toma!
¡Y en París, y en París, y en París!
¡Que es carne membrillo, que no es aserrín!

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