De mis sueños incumplidos,
el más íntimo y valiente
es dar al tiempo una vez marcha atrás
y hacerlo parar
a los veinte,
teniendo más clara la mente
y poder rectificar
de tantas noches de ron,
luna, canciones y amantes.
Tal vez con medio millón
hubiera habido bastante,
que por más que la luna
mi destino velara
de un millón de mañanas
no recuerdo ninguna.
Las mañanas que iluminan
la imagen divina
de amigos y amores
y los falsos resplandores
que disfrazan los valores
donde hicieran confundir
los de verdad con los falsos,
que lo auténtico es escaso
y hay que estar para elegir.
Y también rectificaba
cada golpe y cada bala
que al final he perdonao
al ladrón que gobernaba
mi pueblo pisoteao.
Como rectificaría
y hasta sacrificaría
días de mi libertad,
si con esto en los demás
creciera la rebeldía.
Mas mirándolo bien,
déjalo como ha sío,
porque el sueño más grande
y el que más he querío
fue que cantarle a mi tierra
me hiciera feliz
y ese sí que se ha cumplío.
Juan Carlos Aragón Becerra
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