¡Pero que me parta un rayo!
Permitan que me presente:
yo soy el capitán Drexler,
un versonauta uruguayo,
que a base de error y ensayo
va viajando por el cielo
llevado por el anhelo
de encontrar la raíz profunda,
el origen de la murga
que cantó mi bisabuelo.
Y en tantos meses de vuelo,
como ven, vienen conmigo
mi tripulación de amigos,
versonautas compañeros,
inagotables viajeros
que sin pacto ni contrato
compartimos mesa y plato,
hombres con alma de niño,
y como el roce hace el cariño
ya nos vemos hasta guapos.
(...)
Permitan que aquí pregone
por décimas espinelas,
un verso que creó escuela
y que incendió corazones....
Van y vienen las canciones,
los versos y las especias,
los recuerdos, las amnesias,
los acentos, van y vienen.
Las fronteras no retienen
la historia y su peripecia.
Esta décima espinela
(por cierto, invento andaluz)
que cruzó como la cruz,
el idioma o la viruela,
fue y vino en barcos a vela
a vapor, luego en avión,
y hoy vive en el corazón
de todas las tradiciones
resucitada en canciones,
y hoy de noche hasta en pregón...
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