En el pabellón, de doce a dos, haciendo piernas,
yo me enamoré de una gitana deportista,
me se vino a mí con una voz la mar de tierna:
pásame una mancuerna,
ay, qué atleta y que artista.
Yo le dije: toma, mira y anda,
con sus tacones en los tenis
y sus lunares en el chandal.
Con su malla estampada
ella me recordaba,
sobre aquellos tatamis,
mitad Nadia Comaneci,
mitad la Perla de Cádiz.
Era la niña bonita
de ese nuevo pabellón,
con su entrenador del brazo
por allí se paseaba,
pero a mí no me importaba,
porque él era maricón.
Y en los campeonatos
los jueces al verle,
no le daban puntos,
le dicían: ¡ele!
Y un día, sin vergüenza,
le pedí de salí,
imagina cuál fue mi sorpresa
cuando me dijo... ¡que no!
Juan Carlos Aragón Becerra - Chirigota "Kadi City, Ciudad sin Ley" (1997)
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