Santa María,
strela do día,
móstranos vía
pera Deus e nos guía.
pera Deus e nos guía.
Ca veer faze-los errados
que perder foran per pecados
entender de que mui culpados
son, mais per ti son perdõados.
Da ousadía
que lles fazía
que lles fazía
fazer folía
mais que non devería.
mais que non devería.
Santa María
strela do día,
strela do día,
móstranos vía
pera Deus e nos guía.
pera Deus e nos guía.
Diez de Octubre de 1203,
Don Nuño con sus huestes
van pa Jerusalén.
En lo alto las murallas
diez mil moros impresionantes,
y nosotros mil y abajo,
con un frío, qué frío más grande.
De buenas a primeras
flechas, flechas por un tubo.
Y decía el de la punta:
¡Verás al final le dan a uno!
Y salió un moro mu chico:
¡Que tiro aceite hirviendo!
Y nosotros de cachondeo:
¡Que lo tire! ¡Que lo tire!
Y lo tiró, con sus muertos.
En el fragor de la batalla,
éste, que es más manitas,
con el aceite que sobró
preparó unas caballitas.
¡Catapultas de momento!
¡Qué de piedras!
Nos cogieron infraganti.
Parecía el suelo, por los niños,
un helao de crocanti.
¡Ay, Don Nuño!
¿Dónde me has traío, picha?
¡Qué mamoneo!
Con lo bien que estaba en Cádiz
cobrando el desempleo.
Ah, de repente un moro
me puso una espada aquí,
y de repente se me pusieron
estos dos, aquí,
y de repente me dice el moro:
Cristiano, ¿po no me huele a caballa a mí?
Y al final no conquistamos,
¡retirada!
¡Qué de frío! ¡Qué de flechas!
¡Qué de aceite! ¡Qué de piedras!
¡Qué numerito!
Moraleja: En la guerra y en el amor,
a ganar por descontao.
Y si se pierde, da igual:
¿y el ratito que hemos echao?
Santa Cruz arriba va un cristiano,
una hembra sultana va calle abajo.
Todos los días a estos peregrinos,
el destino los junta en el camino,
una hembra sultana y un cristiano,
ella dice: nunca, él dice: espero;
ella dice: vete, él dice: luego.
Ella le muestra una media luna,
el le dice que pa media, mejor ninguna.
Ella dice: vete, él dice: espero.
Amor entre sombras,
Amor entre sombras,
entre sombras, amores,
y por mis cariñitos
no hay religiones.
Mientras amanecía
así canto la mora
de la morería:
Yo de Mahoma no reniego,
ay, pero Dios mío cuánto te quiero.
Quítate el velo, quítate el velo,
déjame ver tu mata de pelo.
Quítate el velo, quítate el velo,
déjame ver tu mata de pelo.
Arcos de cal, arcos de luz,
arcos y arcos en la casa del Niño Jesús,
Arco de La Rosa, Arco de Los Blancos,
arcos, pinturas en la cueva de Santa Rosario.
Arco del Mar, Arco del Sol,
arcos, tus labios y mis labios
y ar corazón.
Arco de San Carlos, Arco del Levante,
Arco del Pópulo, arcos, la cara del hambre,
arco es la sal, arcos de Dios,
arco a las doce, a la una, arco a las dos,
Arco la Garita, Arco Puerta Tierra,
arcos, los arcos que pintan, niña, tus caderas.
Arcos del no, arcos del sí,
arcos de los que se han ido y sueñan en gris,
arco, tus ojitos, arco de los barcos
y arcos, y arcos, y arcos, y arcos.
Los perros infieles atravieso en dos,
que soy un soldado por la gracia de Dios,
doquiera que cabalgue el bien debo de hacer,
por cada bruja muerta alimento más mi fe.
¡Guerra santa, guerra santa!
El honor del caballero va en la punta de su lanza,
¡Santa guerra, santa guerra!
Limpios nuestros corazones como los de los profetas.
No hay verdad, salvo mi cruz,
ni más rey que mi Señor,
no me pongo de rodillas
más que por una oración.
Yo soy la puerta, la puerta de cielo,
y el que no comulgue conmigo
que se pudra en el infierno;
justicia, piedad, el bien o el mal,
la verdad o la mentira,
según, todo es según con el cristal con que se mira.
Escrito en mi pecho a fuego
llevo los mandamientos,
yo y sólo yo tengo la llave
del reino, del reino.
Reino de Cádiz, el reino de las maravillas,
dónde los bufones son reyes
coronados por serpentinas,
donde las reinas se suben a las azoteas,
con el pelo suelto, encelando a los vientos,
buscando pelea,
donde los vasallos se comen las penas,
donde los chiquillos asaltan castillos,
castillos de arena.
Reino de Cádiz, de campesinos con barcas,
dónde las estrellas bajan a las aguas,
donde hay caballeros sobre corceles de humo,
donde los cantes se usan de espadas y escudos,
donde hay cielo para poetas marineros,
con olas con compás,
donde la luna arrullando a la criaturas,
dónde se bebe y no pasa nada
y se escuchan a gritos las coplas.
Reino de Cádiz, la orillita de los milagros,
donde por febrero
le dicen te quiero
sus Templarios.
Antonio Martínez Ares - Comparsa "Los Templarios" (1999)
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