Nunca pensaste, bacía de barbero,
que ibas a gozar de tan alto prestigio,
no imaginaste que un aventurero
pudiera darte un honroso designio,
pues Don Quijote y hasta su escudero
creyeron que era el yelmo de Mambrino;
si aquel hidalgo te hizo su sombrero
fue porque el pobre perdió su sentido.
Si en su bravura te vanagloriaste,
con su figura te hiciste inmortal,
en su locura te dignificaste
y hasta camuflaste tu vulgaridad.
No te envanezcas de fama,
porque tú siempre serás
una herramienta mundana
de un barbero popular,
esa es la verdad.
Como tú hay más impostores
que han logrado relucir
a costa de los honores,
de los honores,
de algún Quijote infeliz.
Francisco Alba Medina - Comparsa "Los Fígaros" (1964)
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