Antonio Girón Beret (1908-1996)

Nací en Cádiz, en el Barrio de la Viña, hace 75 años, en la calle San Félix, número 1; que por cierto abajo de mi casa había un almacén con materiales de obra, ¿no?, y allí encerraban los carros.

Empecé en esto del carnaval en 1924. Yo tenía un primo hermano de mi padre que era el Tío de la Tiza, y a mí me gustaba mucho esto del carnaval. Y de chiquillo me ponía con unos cuantos amigotes subíos en una silla, como si fuera una carroza, y nos poníamos a cantá cosas de aquellos tiempos. Tangos de Los Moros Babucheros, Los Claveles, Los Langostinos, etc.

La primera agrupación que yo escribí fue en el año 24, tenía entonces 12 años, pa una chirigota de chiquillos que se llamaba Los Chinitos. Después al año siguiente escribí Los Revoltosos, también infantil, y después Los Pescadores de Caña.

En el año 27 salí en la chirigota Chiquilín y sus Tomasines, que ya era de mayores. Cuando esta chirigota, había habido en Cádiz una epidemia de viruela o lechina, y a mí me cogió. Y estando en la cama, escribía en la pizarra que teníamos pa el colegio, y mi hermano la pasaba al papel, y llevaba despué la letra a la calle Jesús, María y José, 16 y 18, que era donde ensayaba la agrupación, que es donde vivía el que iba de directó. Así hice yo la letra y la música.

Pa montá la música, yo la tarareaba, porque entonces no había otra forma de hacerlo, hasta que los componentes iban aprendiéndola. Se hacía por cuartetas, porque si le cantaba el pasodoble entero, lo viciaban. En la música de los coros era más complicao, porque tenía que transmitirle la música, tarareándola, a un bandurria, pa que sacara el tango. Uno que siempre me montaba la música era Antonio Santos, un muchacho que trabajaba en Correos y que ya está jubilao. En los coros, llevaba dos guitarras, un laúd y una bandurria.

La inspiración pa escribí es mu joía; había vece que no daba pie con bola y otras vece, en el mismo trabajo, se me venía la inspiración y ese día escribía tres o cuatro cuplé. Yo trabajaba en los servicios eléctricos y muchas vece, en los carro de escalera, estaba allá en lo alto reparando cualquier cosa y me venía algo a la imaginación y me ponía a escribí. El que estaba abajo me decía: Home, Antonio, ¿qué pasa? Ná, home. Que estoy escribiendo una cosilla. Joé, Antonio, ¿ya está liao con lo del carnavá?

En aquel entonces se hacía en la chirigota un pasodoble largo y otro corto. Le pasaba lo mismo que a los coros, que llevaban tango y tanguillo. También se estilaba dos clases de cuplé, foxtrot, polka, mazurca, etc., que eran los ritmo que se estilaban entonce, y se acoplaban pa los cuplé. Yo sacaba 8 ó 10 pasodobles y lo mismo de cuplé, de cada tanda. El cuplé atacante se ha llevao de siempre. El saludo y el sablazo de siempre se han llevao.

Me acuerdo que en Los Mercaderes Tangerinos había uno aquí que le llamaban El Ratón. Un señó que comerciaba con marisco en la tienda del Rincón, en el muelle; y nos llamó, le cantamo y se acercó a mí uno que estaba con él y me dice: Cante usté el sablazo. Y le dije: ¿pero cómo se llama? Y me dice: El Ratón. A esto ya había yo da la introducción; y, como no rimaba lo de ratón, le dijimo Don Ratoncito.

El año 28 no escribí y salí en el coro Las Flores. Ahora; a mí me ha gustao más lo de la chiritota, porque a mí me ha tirao más el cachondeo. Pero el coro también me gustaba, pero reconozco que al ser más personá, tenía castaña el bregá con quince o dieciocho hombre, y máxime pa mí que no sé música, ni sabía tocá instrumento. Ahora, en la chirigota, como éramo siete o nueve, a esos los dirigía yo más fácil. Ademá eran tos amigotes. Yo he sacao el mismo personá hasta que empezó la guerra. En los años 29 y 30 hice dos coros: Los Guerreros Superrealistas y El Rajá y sus Fakires, pero no llegaron a salí porque no teníamo dinero. Ademá, en el primer coro nos dejó tirao uno que recogió el dinero de los anuncio, se embarcó y se quitó de enmedio con las perra. Al año siguiente, el 31, y con el personá del coro, saqué una chirigota que se llamaba Los Gatos Musicales. Me acuerdo que aquel año fuimo al patio del Ayuntamiento, y el que estaba encargao de la cuestión de los premios era don Ángel Puga, y nosotros íbamo vestío de gatos, con nuestras uñas, que eran las que usaban las cigarreras pa serrá los cigarros, y el tipo hecho de astracán. Aquello costó un dinero. Delante de nosotro iban dos chiquillo vestíos de ratón, y se subieron encima de don Ángel Puga, allí tiraron el tintero... Aquello fue un exitazo. Ese conjunto ha sío el mejó que yo he sacao. Ahí escribí y salí.

Malastripas y sus Tomasines. Eso fue en el año 32. Ahí empezó a escribí conmigo Antonio Clavaín; y ese mismo año escribimo Los Pájaros de Cuenta, Los Desechados del Circo y La Pandilla del Cine. En Malastripas y sus Tomasines, yo llevaba de directó a Rafael Hernández, que era bombero. Yo salí, pero cantando. Fui directó na má que pa ensayá.

En el año 33 sacamo Los Bomberos, que lo escribí también con Clavaín. Ahí no salí yo. Iba de directó Rafael, que era bombero de verdá. Ese mismo año escribimo también Los Caníbales de Villa Cisneros y Los Pichis. En el 34 los dos volvimos a escribí Los Pocholos, Los Mickey y Los Locos Caprichosos. Yo tenía repertorio pa tó lo que me echaran. 

A mí me han dao un primer premio a una agrupación que no valía ná, y sin embargo otros años a una buena agrupación que he sacao, ha pasao desapercibía. Eso pasará siempre en los concursos.

El años 35 saqué la chirigota Los Veloneros. Eso lo saqué yo porque aquí venían por cierta época unos individuo vendiendo velones, y que iban haciendo ruido por la calle chocando dos planchas de metá. La gente cuando los escuchaban decían: ¡Ojú, mañana levante! Y así era. Al día siguiente, saltaba el levante. De esta agrupación recuerdo un pasodoble que me dijeron tenía castaña:

Hace tiempo sabemos
por algunos señores
que trabajo va a haber.
A ver si es que resulta
que van a presentarse
a elecciones otra vez.
Nos parece que estamos
algo escarmentados
y si así llega a ser
saldrán de diputados
por los trabajadores
pero por San José.
Que se dejen de cuento y de rutina
y no engañen a los padres de familia.
Por sacarles los líos y dar puchero
que más tarde lo que sirve es de veneno.
Esas son las artimañas
para poder gobernar
y luego a un pueblo ametrallan
en cuanto se pide pan.
En una mano el rosario
y en la otra un puñal,
tapándose con el manto
que le llaman caridad.

En el año 36 saqué Los Guerreros Egipcios, un coro que se llevó el segundo premio, con música de Antonio Santos, y también escribí la chirigota Los Vendedores de Agua del Siglo XVIII, que eran los que llevaban el cántaro al estilo de Juanillo el Aguaó, El Guaguati. El estribillo de esa chirigota lo saqué yo de lo que había oído a los viejos de entonce, que me contaban lo del pregón del Guaguati, que decía:

Agüiti fresquiti.
Quién quiere la nieve.

Según me contaban aquellos viejos, por una perra chica te bebía to el agua que quisiera y a los chiquillo le regalaban anises.

En el año 37 nos llamaron al difunto Manolo Cañamaque y a mí, pa que estuviéramo un día a las nueve la mañana en el Casino Gaditano. Allí estaba el cuarté la Falaje. Bueno, a las nueve en punto, nosotro allí. Manolo me decía: ¿Qué será, Antonio? ¿Qué nos pasará? ¡Ná, home! ¡Qué nos va a pasá! A mí que no me vayan a da aceite, ¿eh?, porque yo ya me estoy cagando. Totá, que entramo y nos recibió un fulano que había sío también comparsista, que le decían Pepe el Ditero, y nos dijo que estaba formando un coro pa celebrá la vitoria. Y nos dijo que teníamo los do que escribí, que ellos ya tenían al personá. Aquello se habló, pero después no se hizo ná. Menos mal que aquello se aguó, porque si no tenía que haber escrito en contra de mi voluntá. Aquellos tiempo eran mu difícile, porque se tenía uno que calentá el coco pa podé decí las cosas de una manera que no ofendiera a nadie, y que to el mundo la entendiera.

Después de la guerra, salí con Macías en La Piñata. Eso fue en el año 48. Al año siguiente saqué con Clavaín Los Carniceros, y el repertorio lo hicimo en una semana. En el año 50 escribí dos repertorios. Uno pa Los Alpinistas y otro pa Popeye, Rosario y sus Niños. En el año 51 saqué una chirigota que se llamaba Don Triquitraque y sus Discípulos. Yo  iba de directó. Ahí nos dieron pucherazo en el premio y no nos dieron ná. En el 52 escribí Los Mercaderes Tangerinos. Ahí iba de cajilla Rafael el Hojalatero, que tenía el tallé en Santo Domingo, pasando el compá, que era el que nos hacía los pito de lata, aunque a mí me han gustao más los pito de caña. Le ponía en vez de papé de fumá un pellejo de morcilla. En el año 53 saqué el coro Los Cuidadores Siquiátricos, y escribí también pa tres chirigotas: Los Buzos, que iba tocando el bombo Foncubierta; Los Zíngaros Caldereros y Los Tomasines Musicales. En el año 54 escribí el coro La Policía Montada del Canadá y la chirigota Los Fugitivos. Despué de esto, me llevé unos cuantos años sin escribí, por motivos familiares, hasta que en el año 57 volví a escribí con Marín el Botella en Los Ridículos Tenorios y Los Atletas.

En el año 58, Los Tabacaleros Brasileños. Esa agrupación tenía ya gente de comparsa. Ahí nos robaron el premio por la cara; yo me enteré por fuera de que el primero era pa nosotro, pero nos lo quitaron. Y no vea los pasodoble que llevábamo:

Tabacaleros brasileños 
veintiuna letras tiene
y la entrada del invierno
veintiuno de diciembre,
las restantes estaciones
con veintiuno también
y aquellos veintiuno 
que cobramos una vez.
Mi pollo ha nacío
también a los veintiuno
y el siglo que sigue a este
que no veremos ninguno,
sumándolos todos
luego lo divide usté
entre ocho y le resulta
que el veintiuno vuelve otra vez.

Con varios nombres de las calles
de este Cádiz tan castizo
hemos inventado un gran rollo
que es para perder el sentío.
Se encontraba Patrocinio
con Belén y Trinidad,
también Celestino Mutis
cuando atravesó Vidal.


Fuente: Gente del Carnaval de Cádiz. "Conversaciones con los viejos comparsistas". Alejandro Acedo Sacaluga y José Vázquez Aragón. Caja de Ahorros de Jerez, 1985.

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