El mundo a veces tiene malaje,
y lo decimos precisamente
porque en Cádiz se ha dado un caso
de salvajismo indudablemente.
Entre palmas y luces,
guitarras y manzanilla,
ardían las blancas carnes
de una pobre chiquilla.
Supongamos que el hecho
no fuera intencionado,
pero es capaz de mucho
el hombre embriagado.
A las mujeres de vida airada
hay que mirarlas
como personas muy desgraciadas.
Los que cometen esas locuras
que piensen antes
que una mujer les meció la cuna.
Manuel López Cañamaque
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